Clac. El sonido del pomo de la puerta al girar se oía con claridad.
Gloria y Delfina se congelaron por un momento, y las palabras de la primera se detuvieron bruscamente. Ella se sorprendió por ello, y miró a Santiago mientras entraba.
—¿Cuándo has llegado?
Mientras tanto, la expresión del hombre era fría.
—Gloria, vuelve a tu habitación por ahora.
Gloria se puso rígida y miró a Defina con preocupación. Sólo se marchó cuando ésta le indicó que estaría bien. Santiago y Delfina eran ahora los únicos que quedaban en la habitación.