—No lo hago. Ha perdido la memoria, así que no te recuerda. —Julián miró a la pequeña—. Sólo me preocupa que al final te quedes con Carla.
Delfina dejó de acariciar la espalda de su hija por un momento y la abrazó más fuerte. Por aquel entonces, ni siquiera se atrevía a mirarla después de que naciera, pero ahora que volvía a estar en sus brazos, le resultaría difícil volver a dejarla atrás.
—Ya veremos cómo va esto. —Delfina se tensó—. Vamos a terminar lo que empezamos por ahora. —«La gente murió por su culpa. Necesitan que se haga justicia».