—¡Cuidado! —Delfina detuvo la caída de su asistente. Si no fuera por ella, la asistente se habría estrellado contra el accesorio de iluminación, y eso sería desastroso—. ¿Estás bien?
Su asistente palideció por la sorpresa.
—Gracias, Chris.
La que empujó a su ayudante era una joven de aspecto duro.
—Te lo mereces. —Luego, tomó la silla y se fue.
Delfina no quería entrar en discusiones, pero no iba a dejar que su asistente se dejara mangonear de esa manera.