Delfina frunció el ceño. Siguiendo sin hacer caso al hombre, cogió otro palo de la tienda y preguntó:
—Víctor, ¿a qué lado debe pertenecer esto?
Víctor respondió:
—Por ahí. Pásalo.
—No, no se puede pasar directo. —Santiago sacó un conector de la bolsa que tenía a su lado—. Conéctalo a esto primero.
Al llegar al final de su paciencia, Delfina arrojó el poste de la tienda a un lado. Eso produjo un sonido sordo al caer al suelo y rebotar hacia arriba.