Al anochecer, el resplandor de la puesta de sol se extendió por todo el cielo. El sonido de un motor en el garaje llegó al salón.
—¿Por qué has vuelto tan pronto? ¿Has terminado todo tu trabajo? —Al ver entrar a Delfina, Santiago se sorprendió un poco.
—Estoy un poco cansada, así que he vuelto para descansar. ¿Dónde están Carla y Samuel?
—Gloria los sacó.
Asintió pensativa con la cabeza antes de caminar hacia las escaleras.
Mirando alrededor de la gran casa, pensó en la armoniosa escena de la noche anterior, cuando pasaron el rato en la playa. De repente, se sintió inquieta y envió un mensaje a Gloria.