Santiago, que seguía aturdido, oyó que Delfina le interrogaba. Tenía una visión borrosa frente a él; le parecía que ella se había multiplicado y se contoneaba frente a él. Sin poder evitarlo, le agarró la mano con fuerza y le preguntó:
—¿Qué pasa entre tú y Julián?
La expresión de una aturdida Delfina cambió al instante. En ese momento, su mirada era exactamente igual a la de hace cinco años, lo que hizo que ella le quitara la mano de encima por reflejo. Al retroceder, tropezó con una silla. Con un fuerte golpe, la silla se cayó.
Al levantarse, Santiago quiso aferrarse a ella. Sin embargo, en el instante en que se puso en pie, se sintió muy mareado mientras se sujetaba la cabeza, sintiendo como si algo fuera a estallar de su cerebro como resultado del dolor de cabeza.
Mientras se apoyaba en una pared, Delfina lo miraba desde una distancia segura. Se limitó a mirarlo inmóvil en el suelo durante un tiempo después de que se desplomara.