Santiago se apoyó en la mesa mientras la sangre le subía a la cabeza, haciéndole sentir un gran mareo.
Paco estaba preocupado.
—Presidente Echagaray, ¿está usted bien?
—Estoy bien. —Esas palabras acababan de salir de la boca de Santiago cuando tropezó bruscamente. Apenas podía mantenerse en pie, ya que toda la fuerza abandonaba sus rodillas.
Paco se movió rápido para apoyar a Santiago.
—Presidente Echagaray, ¿se siente mareado de nuevo? Le llevaré al hospital.