Al final, pasaron dos días desde que Delfina vio a Santiago por última vez.
—Señora Echegaray, el señor Santiago tiene una reunión, así que volverá más tarde.
El chófer le explicó el motivo de la ausencia de Santiago mientras la llevaba a la cena de cumpleaños. Ella asintió para indicar que lo entendía. Sin embargo, en su rostro se percibía una pizca de aprensión.
Delfina era muy consciente de su inexistente posición en el corazón de Santiago. Además, sus instrucciones para que asistiera a esa cena de cumpleaños ni siquiera eran para celebrar el cumpleaños de su suegro, Gerardo.
Nada más salir del coche, el mayordomo la condujo hacia la zona de recepción.
—Señorita Delfina, el señor está recibiendo a sus invitados en el vestíbulo delantero y la señorita Ámbar está en el salón con sus amigas. La guiaré hasta allí.