Santiago aparecía muy raramente en público, pero los invitados presentes en la cena de los Murillo podían identificarlo por la fea cicatriz que tenía en la cara.
—¿Es Santiago Echegaray?
—No parece tan aterrador como todos mencionan.
—¡Exacto! Y su relación con Delfina parece bastante buena también.
En ese momento, la multitud susurraba entre sí en el salón de baile. Afortunadamente, había música de fondo para enmascarar sus voces y, al mismo tiempo, alguien ya se había acercado a Santiago para saludarlo, por lo que la escena se animó bastante de repente.
Un gran número de personas se acercó a entregarle a Santiago sus tarjetas de identificación. En ese momento, Delfina quiso retirar su mano y marcharse, pero Santiago la agarró con fuerza. Ella miró de reojo y se encontró con su mirada tranquila y firme.