Capítulo 44 ¿Sabe realmente el lenguaje de signos?
Ámbar se sobresaltó.
—¿Qué quieres decir con una tercera opción?
Antes de que la mujer pudiera reaccionar, Delfina levantó de repente la mano para empujar el hombro de Ámbar y tirarla a la piscina.
—Ahhh... ¡Ayúdame!
Delfina se quedó en silencio mirándola mientras su expresión se enfriaba bajo la luz de la luna.
El alboroto alertó a la gente, que se organizó para sacar a Ámbar de la piscina. Uno a uno, se apresuraron a cubrirla con toallas, pero, aun así, había hecho el ridículo delante de todos.