Al margen de lo que pensara Santiago, lo cierto es que había cuidado mucho de ella en los últimos dos días.
―«Gracias».
Por la noche, Delfina no pudo concentrarse en su libro con el sonido del agua que salpicaba en el baño.
Al cabo de cierto tiempo, el sonido cesó de golpe. Entonces recobró el sentido, cerró el libro y lo dejó a un lado antes de levantar el edredón y acostarse. Se puso de espaldas, de manera que quedara en dirección al baño, y se aseguró de ocupar sólo una pequeña parte de su lado de la cama.
Después de que la puerta se abriera, se oyó un ligero crujido de las mantas que se levantaban detrás de ella.