Delfina permaneció en el hospital sólo tres días, ya que no sufrió ninguna lesión aparte de una pequeña conmoción cerebral. El día del alta, fue Paco quien vino a ocuparse del papeleo, y ella miró por reflejo detrás suyo.
—El presidente Echegaray no está aquí —respondió Paco—. Ha estado ocupado en los últimos días. Ahora está en una charla de negocios con su socio. Por eso quiere que la lleve a casa ahora.
Delfina asintió con la cabeza, aunque se sintió un poco triste.
En el coche, ella ocupó el asiento trasero, mientras que Paco ocupó el asiento del copiloto.
—Señora, los chicos del taller le han devuelto el bolso. Se lo dejaron en el coche. Está en el asiento trasero. ¿Por qué no comprueba si falta algo?
Mirando la bolsa de lona que tenía a su lado, Delfina rebuscó en ella un momento y frunció el ceño. «Qué raro...»