—Yo... lo haré. —La señora Dávalos se ofreció después de que Susana la pellizcara.
—No.— Julián estaba bloqueando la habitación, impidiendo que nadie viera lo que ocurría dentro. Luego señaló a una joven criada detrás de la señora Dávalos—. Tú. Ven conmigo.
La joven sirvienta se sorprendió, así que miró a la señora Dávalos para pedirle su opinión.
—¿Qué pasa señorito Julián? Es una novata, así que yo puedo...
—No. He dicho que quiero a ella. ¿Me entiendes? —Julián gruñó haciendo callar a todos. Después de que la joven criada entrara en la habitación, Julián volvió a cerrar la puerta, dejando a todos boquiabiertos. Cuando oyeron que la puerta se cerraba, Susana supo que no podría averiguar nada y frunció el ceño.