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Capítulo 89 No podrán limpiar sus nombres
- La cara de Santiago se dirigió hacia la puerta.
- —¿No deberías ir a trabajar, Julián? Deberías ocuparte de tus propios asuntos —pronunció justo antes de salir por la puerta.
- —Cuidar a los heridos es mi asunto —respondió Julián.
- Santiago apretó el pomo de la puerta mientras su mirada se atenuaba. «¡Pum!» Toda la casa pareció temblar en el momento en que cerró la puerta.
- El cuerpo de Delfina se sobresaltó y se estremeció.
- —No te preocupes. —La consoló acariciándola suavemente, pero su mirada pareció volverse seria al hacerlo.
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