Tras salir de la fábrica, Delfina se despidió de Gerardo. A continuación, se alejó de la zona. Pero, de repente, se detuvo junto a la carretera, salió del coche a la velocidad del rayo y tuvo una arcada mientras se agarraba a un árbol del borde de la carretera.
Al pensar en cómo Gerardo había matado a su madre, tenía de ganas de cortarlo en pedazos. Fingir cortesía con él le revolvió el estómago.
En el Grupo Echegaray, Paco condujo a Delfina a través de los cubículos del departamento de finanzas y dijo:
—Señorita Murillo, ésta es su oficina. —Dirigiéndose a todos, añadió—: Vengan, chicos. Dejen el trabajo un momento. Esta es nuestra nueva subdirectora de finanzas.
Todo el personal del departamento de finanzas se puso en pie y saludó: